LA PRINCESA CLAUDIA
Había una vez en un reino muy lejano un rey que vivía con sus tres hermosas hijas. El rey estaba muy preocupado ya que no encontraba un marido perfecto para ellas.
Cada vez que un príncipe o un pretendiente se acercaba a palacio, sus hijas se las ingeniaban para librarse de ellos. Especialmente la hija mayor, Claudia, ya que dado su nivel de inteligencia y belleza no aceptaba a ninguno.
Un día en que paseaban por el bosque las tres hermanas, se adentraron demasiado y se perdieron.
Las dos hermanas pequeñas prefirieron pasar la noche en el bosque, esperando que al alba fueran encontradas por su padre o algún miembro de la corte.
Claudia optó por adentrarse por ese bosque sin saber que podía encontrarse por el camino.
Andando, andando se encontró con un pequeño pajarillo. ¡oh! tenía la patita rota. Claudia con mucho esmero y cuidado lo recogió y le curó la patita. Tan agradecido quedo éste que la siguió a todas partes.
Continuando su camino, en la orilla de un rio, se encontró con un pequeño castor. Tenía una patita herida y Claudia tampoco dudó en vendársela. El castor ni corto ni perezoso se unió a la comitiva.
Ya cuando había anochecido decidió pasar la noche dentro de una cueva, pues sabía que existían gracias a esas historias que su padre le contaba cuando era niña. Pero ¿ qué creéis que encontró en su interior? Sí un oso, un gran oso, pero por suerte para nuestra princesa estaba herido y apenas daba miedo. Tenia una pequeña herida en la patita y sangraba, seguramente lo habría herido algún cazador.
Así que Claudia no se lo pensó y le curó la patita. Esa noche Claudia durmió calentita rodeada de sus nuevos amigos.
A la mañana siguiente reanudó su camino, y enseguida tras unos árboles, deslumbró un hermoso palacio envuelto por una espesa vegetación. Era uy complicado acceder a su interior. De repente el castor se adelantó y con sus enormes dientes destrozó toda la vegetación que cubría el palacio.
De esta manera nuestros amigos pudieron entrar dentro.
Allí ante sus ojos apareció un enorme laberinto. Pero ¿ Cómo iban atravesar ese laberinto sin perderse? Así el pajarillo retomó el vuelo y pudo encontrar una salida. Se abría ante ellos una enorme puerta que conducía al interior, cuando se les abalanzó una enorme serpiente. Entonces se entabló una pelea entre la serpiente y el oso.
Finalmente nuestros amigos ya a salvo subieron por unas escaleras. Y cual fue su sorpresa al encontrar un gran portón con un candado pero que nuestra princesa abrió rápidamente. Allí se encontraban recluidos un príncipe con toda su familia.
En agradecimiento, nuestro príncipe ayudó a Claudia a volver a palacio. Allí estaban sus hermanas y su padre. El príncipe cautivado por la belleza de Claudia le pidió matrimonio, pero Claudia que dudó al principio acabó accediendo. Y así acaba nuestro cuento.